Desafío (7)

Este bellísimo relato está extraído de la inmortal obra de Malba Tahan, "El Hombre de Calculaba". Libro ampliamente recomendado por su perfecta simbiosis de elementos históricos, novelescos, lógicos, literarios y matemáticos. Narrados en un estilo ameno que hacen obligada su lectura.

El verdadero nombre de este prolífico autor brasilero es Júlio César de Mello Souza. Escribió más de 50 libros bajo este seudónimo. Empleó historias orientales para enseñar matemáticas. Su libro más famoso, "O Homem que Calculava" (El Hombre Que Calculaba), publicado por primera vez en 1938, ha sido traducido a más de 12 idiomas, incluyendo el Inglés, el Español, el Italiano, El Francés, y el Catalán.
En total, Júlio César ó Malba Tahan escribió 103 libros, entre textos de ciencia ficción, obras escolares y libros científicos. Ha vendido más de 2.6 millones de copias. El matemático Júlio César de Mello e Souza se enamoró de la cultura árabe siendo niño, al leer "Las mil y una noches". Sin embargo, fue en 1919, a los 23 años de edad, que él se introdujo en el estudio del lenguaje y la cultura árabes.
Ha recibido premios por la Academia Brasilera de Letras y se ha ganado la admiración de autores imaginativos y populares incluyendo al brasilero Monteiro Lobato y a nuestro Jorge Luis Borges.
El libro cuenta las aventuras de Beremiz Samir, un hombre con una gran habilidad para los cálculos. Beremiz resolvía problemas y situaciones complicadas de todos los estilos con gran talento, simplicidad y precisión.
Júlio César nació el 6 de Mayo de 1895, en la ciudad de Río de Janeiro, y murió en el estado Nordeste de Pernambuco el 18 de Junio de 1974.

Les presento a continuación un estracto del capitulo 32 de la mencionada obra. Deseo que lo resuelvan y sobre todo lo disfruten mientras lo razonan.

...Al cumplir Dahizé dieciocho años y veintisiete días, fue solicitada en matrimonio por tres príncipes cuyos nombres ha perpetuado la tradición: Aradín, Benefir y Comozán.
El rey Cassim vacilaba. ¿Cómo elegir entre los tres ricos pretendientes aquel que debería ser el novio de su hija? Hecha la elección, se presentaría la siguiente consecuencia fatal: Él, el rey, ganaría un yerno, pero en cambio los otros dos pretendientes, despechados, se convertirían en rencorosos enemigos. ¡Muy mal asunto para un monarca discreto y cauteloso, que sólo deseaba vivir en paz con su pueblo y sus vecinos!
La princesa Dahizé, al serle pedida su opinión, declaró que se casaría con el más inteligente de sus tres cortejantes.
La decisión de la joven fue recibida con gran alegría por el rey Cassim. El caso, que parecía tan delicado, presentaba una solución muy simple. El soberano árabe mandó llamar a los cinco letrados más sabios de la corte y les pidió que sometieran a los tres príncipes a un riguroso examen.
¿Cuál de los tres sería el más inteligente?
Terminadas las pruebas, los sabios presentaron al soberano un minucioso informe. Los tres príncipes eran inteligentísimos. Conocían, además, profundamente, las Matemáticas, la Literatura, Astronomía y la Física. Resolvían complicados problemas de ajedrez, cuestiones sutilísimas de Geometría, enigmas enrevesados y escritos cifrados.
-No vemos manera -declaraban los sabios-, de llegar a una decisión, definitiva en favor de uno u otro.
Ante el lamentable fracaso de la ciencia, resolvió el rey connsultar a un derviche que tenía fama de conocer la magia y los secretos del ocultismo.
El sabio derviche se dirigió al rey:
-Sólo conozco un medio que nos permita determinar cuál de los tres es el más inteligente. ¡La prueba de los cinco discos!
-Hagamos, pues esa prueba -exclamó el rey.
Los tres príncipes fueron conducidos al palacio. El derviche, mostrándoles cinco discos de madera muy fina, les dijo:
-Aquí hay cinco discos. Dos de ellos son negros y tres blancos. Todos son del mismo tamaño y tienen idéntico peso, y sólo se distinguen por el color.
Acto seguido, un paje vendó cuidadosamente los ojos de los tres príncipes, de modo que no podían ver ni la menor sombra.
El viejo derviche cogió entonces al azar tres de los cinco discos, y colgó uno a la espalda de cada uno de los pretendientes.
Luego les dio las siguientes instrucciones:
-Cada uno de vosotros lleva colgado a su espalda un disco cuyo color ignora. Seréis interrogados uno tras otro. El que descubra el color del disco que le cayó en suerte, será declarado vencedor y se casará con la bella Dahizé. El primer interrogado podrá ver los discos de los otros dos competidores. El segundo podrá ver el disco del último. y éste tendrá que formular su respuesta sin ver nada. El que dé la respuesta correcta para probar que no fue favorecido por el azar, tendrá que justificarla por medio de un razonamiento riguroso, metódico, simple. ¿Quién desea ser el primero?
Respondió vivamente el príncipe Comozán: -¡Yo quiero ser el primero!
El paje le quitó la venda de los ojos, y el príncipe Comozán pudo ver el color de los discos que pendían de la espalda de sus rivales.
Interrogado en secreto por el derviche, su respuesta fue equivocada. Declarado vencido, tuvo que retirarse del salón. Comozán había visto los dos discos de sus rivales y había errado al decir de qué color era el suyo.
El rey anunció en voz alta para que se enteraran los otros dos:
-¡El príncipe Comozán ha fracasado!
-¡Quiero ser el segundo! -declaró el príncipe Benefir.
Descubiertos sus ojos, el segundo principe vio el color del disco que llevaba a cuestas su competidor. Se acercó al derviche y formuló en secreto su respuesta.
El derviche sacudió negativamente su cabeza. El segundo príncipe se había equivocado, y también fue invitado a abandonar inmediatamente el salón.
Sólo restaba el tercer competidor, el príncipe Aradín. Éste, cuando el rey anunció la derrota del segundo pretendiente, se acercó al trono con los ojos aún vendados y dijo en voz alta exactamente cuál era el color de su disco.
Concluida la narración, el sabio cordobés se volvió hacia Beremiz y le dijo:
-El príncipe Aradín, para formular la respuesta, realizó un razonamiento riguroso y perfecto que le llevó a resolver con absoluta seguridad el problema de los cinco discos y connquistar la mano de la hermosa Dahizé. Deseo, pues saber:
1º. -¿Cuál fue la respuesta de Aradín?
2º. -¿Cómo discurrió con la precisión de un geómetra el color de su disco?
Beremiz, con la cabeza baja, reflexionó unos instantes.
Luego, alzando el rostro, discurrió sobre el caso con seguridad y desembarazo y dijo:
-El príncipe Aradín, héroe de la curiosa leyenda que acabamos de escuchar, respondió al rey Cassim, padre de su amada:
¡El disco es blanco!
y al pronunciar tal afirmación, tenía la certeza lógica de que estaba diciendo la verdad.
¡El disco es blanco!
¿Cuál fue, pues, el razonamiento que le hizo llegar a esta conclusión?
Para poder responder como comentario al post, debes tener una cuenta de Gmail o bien obtener fácilmente una en la siguiente dirección: http://www.gmail.com/ De lo contrario puedes enviar un e-mail con la solución a berardimiguel@gmail.com y me encargaré de su publicación en el blog. Por supuesto, debemos probar la respuesta, no tan sólo adivinar. ¡Exitos!

Comentarios

  1. Como le va Miguel mi razonamiento es el siguiente, cuando el primer principe miro el color de los discos de sus otros 2 rivales, si observo 2 discos negros es seguro que hubiera acertado pero no, entonces obserbo 2 discos blancos o 1 disco blanco y 1 disco negro si observo 2 discos blancos es posible que su respuesta debe haber sido que el tiene un
    disco negro por las posibilidades y si vio un disco de cada color debe haber elegido el disco blanco tambien por las posibilidades de 2 contra 1. El segundo principe miro el disco en la espalda del tercer principe si hubiera observado un disco negro es seguro que el tenia un disco blanco pero no hacerto, entonces es obvio que observo un disco blanco y sus posibilidades eran peores que las del primer principe sus posibilidades eran 2 contra 2, el segundo principe formulo su respuesta y no hacerto, entonces el tercer principe razono de esta forma y dedujo que el poseia un disco blanco. Espero haber hacertado con mi respuesta saludos miguel.

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